“Siempre dispuestos a escuchar, prudentes cuando nos toque hablar y no prestos a enojarnos”. Santiago 1.9

Estoy escribiendo estas palabras de despedida inmediatamente después de que nuestros hijos, con sus respectivos cónyuges y todos nuestros nietos, hayan estado aquí en casa de visita. Han sido momentos emotivos para todos nosotros, porque nuevamente hemos podido estar juntos.                 Por toda la casa había niños. En cada rincón encontrábamos cariño, afcto y sonrisas.

           Ayer todo era bullicio.

Pero hoy todo aparece tremendamente silencioso.

           Ya se fueron todos.

              Las habitaciones están desiertas, y por cierto, no tan limpias y ordenadas como de costumbre.

       En los cristales veo marcas de dedos infantiles.

          En la cocina han quedado regadas por el suelo, palomitas de maíz, y un osito de fe lupa, olvidado en los trajines y apuros de los últimos momentos de despedidas.

        Sonrío esto me hace bien es bueno que haya desorden de vez en cuando.

Tengo que confesar que también siento preocupación.

¿Les dimos un buen ejemplo Harry? ¿Están preparados para enfrentar las complejidades y la crisis, que inevitablemente van a surgir en la vida matrimonial de cada uno de ellos?

Me siento frente al ordenador.

          Este libro ya casi está terminado. Daré a luz otro “hijo”.

Finaliza la autora.

FUENTE  SIN RESERVAS.   EL ARTE DE COMUNICARSE.   

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