La atmósfera que rodea el Sol, la corona
solar, generalmente no puede verse desde la Tierra porque es cerca de u millón
de veces más débil que la foto esfera. Esta es la razón por la que queda oculta
por el cielo azul normal. En el pasado la corona solo se observaba solamente en
los eclipses totales de Sol. Durante tal fenómeno se podía advertir una luz
plateada que rodeaba el negro disco lunar. Ya en el Siglo XVIII se analizó espectroscópicamente
la corona, pero solo hasta 1950 se lograron resultados significativos sobre sus
emisiones. El fenómeno podía deberse solo a una altísima temperatura, superior
al millón de grados Kelvin. A causa de la alta energía térmica desarrollada, ni
siquiera el enorme campo gravitacional consigue retener la corona en forma de
una verdadera atmósfera; por ello, el gas huye del Sol, a una velocidad muy
elevada y llena el espacio interplanetario. Este flujo de partículas, formada
en su mayoría por protones y electrones, así como por una cantidad inferior de
partículas alfa (núcleos de helio), es el viento solar.



 



       El viento solar sale del Sol con un
movimiento absolutamente irregular en términos de densidad, temperatura, y
velocidad. La densidad de este gas ionizado disminuye gradualmente al aumentar
la distancia al Sol.



 



    De la misma manera también su temperatura
cambia.  Al expandirse, el viento solar
se enfría, tanto que al llegar a las proximidades de órbita terrestre su
temperatura pasa de un millón de grado Kelvin a 100. 000 grados Kelvin.



 



     Las corrientes de viento solar se han
observado casi exclusivamente desde las cercanías de la Tierra.



 



FUENTE ENTESPA



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