Pastora: Vilma. B. de Rojas

Juan 6:22-35 “El día siguiente la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos. Pero otras barcas habían arribado a Tiberia junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al Señor. Cuando vio pues la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.

Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabbi, ¿Cuándo llegaste acá? Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre. Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha envidado. Le dijeron entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el mana en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mi viene nunca tendrá hambre; y el que en mi cree nunca tendrá sed jamás”.

En esta narración el pueblo deseaba pan, Él se ofreció como “el pan de vida “y “el pan del cielo”. Veinte veces este capítulo menciona la palabra “pan”, y todo su contenido está lleno de instrucción espiritual.

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