Las plantas deben estar dispuestas a germinar y fructificar inmediatamente llegan las primeras lluvias.

La sequía del desierto supone un gran obstáculo para la supervivencia de los vegetales: ahora bien, la subsistencia de la flora en un ambiente en el que la lluvia aparece en muy raras ocasiones y en el que también faltan recursos hídricos  locales, inexistencia de aguas freáticas, ausencia de ríos y lagos en su cercanía, es posible debido a pequeñas “astucias” de la evolución.

    Para las plantas es una absoluta necesidad, perentoria hacer frente a la sequía según estos dos básicos modos: estando siempre dispuestas a germinar, florecer y fructificar tan pronto llegan las primeras lluvias; resistiendo mediante un crecimiento lento pero perenne, posible por la capacidad de almacenamiento o de ahorro, y de captación de agua.

   Aun perteneciendo a distintas familias botánicas, todas las plantas crasas tienen un comportamiento xerofítico característico: hojas y tallos están formados en gran parte por un parénquima acuífero, un tejido esponjoso capaz de retener los líquidos; algunas como las cactáceas durante las cálidas diurnas horas, han desarrollado procesos respiratorios anaerobios con los que se obtienen ácidos orgánicos, materia prima para el aprovechamiento del anhídrido carbónico necesario para la fotosíntesis.  

FUENTE ENTESPA

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