Pastora: Vil B. de Rojas

Las circunstancias de la vida de P hablo eran de cualquier manera “menos gozosas”.

En el libro de Filipenses vemos que lo arrestaron ilegalmente, lo llevaron a Roma, y estaba esperando el juicio.

La iglesia de Filipo estaba teniendo división entre hermanos y algunos trataban de empeorarles las cosas.
¿Cómo podía Pablo tener gozo y paz en semejantes circunstancias desagradables. Él tenía un solo sentir, su preocupación no era por el sino por Cristo y el Evangelio.

Pablo aprendió mirar las circunstancias como algo enviado por Dios. Si el apóstol Pablo hubiera sido de doble ánimo hubiera pasado el tiempo quejándose de su vida llena de pruebas y situaciones adversas. Todo era para él era una bendición, incluso el sufrimiento, el no era masoquista sino un hombre de fe.
Filipenses 4:6-7 dice: “Por nada estéis afanosos sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardara vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

¿Qué provoca la ansiedad? Actitudes y pensamientos equivocados hacia las personas, las circunstancias o las cosas. Nótese aquí en el capítulo 4 de Filipenses que Pablo no se afana con respecto a las personas, ni por las circunstancias, ni por las cosas materiales de la vida. Su mente y corazón estaban en paz y ni las personas, ni las circunstancias, ni las cosas podían perturbarlo. En este capítulo Pablo nos da el remedio de Dios para la ansiedad.
La paz de Dios es la fuerza para superar los problemas, y frustraciones y malos tratos en la vida.

Un incidente en la vida de George Washington Carver nos muestra como esta gracia puede brillar en el carácter de una persona. Este grna educador y científico, cristiano negro, en una ocasión bajo de un tren en una ciudad del sur en la ruta a un compromiso para dar un discurso. El conductor del automóvil cuando se dio cuenta que era negro ¡rehusó llevarlo!

El Dr. Carver estudio por un momento la situación y luego anuncio: “Muy bien, usted se sienta atrás ¡y yo lo llevo! El lema del Dr. Carver era “no permitiré que ningún hombre me haga odiarlo”. Este es el fruto del Espíritu conocido como longanimidad. Es el poder para mantenerse de pie bajo las cargas de la vida.

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